martes, 24 de julio de 2007

Pesadilla

Sucedió una noche de verano...

Todo parecía propicio para un merecido descanso, la noche me abrazaba entre sus fríos susurros amortiguando la caída del día siguiente. Mi pareja yacía al lado sofocando delirios inoportunos con posición severa de sueño presente.

Alejado de la realidad viajaba por el mundo de las fantasías de usar y tirar, de las que no se recuerden a menos que produzcan algún efecto efectista en el afecto ficticio... y ocurrió, allí estaba yo, consciente de que en ese momento tenía que responder a una serie de preguntas de un examen del que no tenía ni puta idea. Ante mi aparecían hojas que yo esparcía, recordándome que en caso de no saber una pregunta pasara a la siguiente, pues el tiempo pasa y no espera a menos que seas un niño prodigio de esos que aparecen cuando hay dinero por medio.

Y pasaron los minutos, la pesadilla no se descubría, ¡era mi vida! ¡Vivía ese momento! Y ese momento era terrible, el agobio se confundía con doctrinas pasadas sobre como acometer mis años de estudiante... ¡Jamás falté al examen con algo de preparación! Sin embargo en aquel momento todo era blanco con letras inentendibles que trascendían sensación de desasosiego. Que si daba igual, ya estudiaría para el siguiente, que si el curso me importaba un pimiento... ¡Ningún plan B servía! Era terriblemente horrible... ¿Sentiría Nick Rivers lo mismo?

Después de 50 minutos o así que duró el examen, que parecieron 50 minutos o así, por fin la epopeya pasada rompió su secreto y me desperté con un dolor de cabeza que anunciaba que no había sido bueno ni para mi, ni para el niño que todos llevamos en el interior y que recrea de vez en cuando sus más oscuras pesadillas.

Ains, no sufro de pesadillas, pero ésta y la de la perdida de libertad encienden las alarmas de que la vida es corta y que una croqueta debe ser como las de antes para comertela agusto.

Volverán las oscuras golondrinas.

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